Cuentos del camino: La verdad de Micralax, parte II.

Más tarde el mismo día, Cabreraja llegaba a la casa de Micralax, ya que este lo había invitado, Cabre se sentía feliz por ver a su amigo y compañero escritor.

―Me alegra mucho verte de nuevo Micra, todo este tiempo alejado para sanarme, me ha hecho extrañarles, ¿cómo va todo?

―A mí también, pero te confieso que he estado un poco corto de creatividad Cabre, tuve que hablar con Jupi para ver si podía ayudarme.

El rostro de Cabre palideció.

―¿Hablaste con Jupi sobre tu creatividad?

―Sí, ¿por qué? ―preguntó Micra dándose cuenta que no le ofreció nada de beber a su invitado.

Fue hasta la cocina y preparo dos tazas de café, se la ofreció a Cabre el cual la bebió con gusto.

―Lo pregunto porque Jupimarc tiene secretos oscuros y muy tenebrosos, Micra, no debes confiar en él, es una persona peligrosa.

―Lo se Cabre, créeme lo se bien, es por eso que debo hacer lo que hare a continuación.

―¿Hacer qué? ―preguntó cabre con horror en su rostro al darse cuenta.

Se empezaba a sentir mareado, algo confundido y entonces se dio cuenta. Lo habían drogado.

―¿Qué me has hecho Micra? Por favor, me quiero ir.

―Pero no te iras a ningún lado Cabre ―dijo otra voz en el fondo. Era Jupimarc.

―Jupi, yo…

―Así que, ¿tengo oscuros secretos Cabre? Pues, vas a descubrir cuales son por fin.

―Micra, por favor, no me hagas nada, te lo ruego ―suplico entre lágrimas Cabre.

―Lo siento Cabre, pero si quiero tener éxito, debo hacerlo, no tengo de otra.

Micralax saco un tomo un cuchillo de la cocina y regreso a donde estaba Cabre en el suelo, alzo el cuchillo mientras miraba la cara suplicante de su compañero.

―Mátalo, mátalo, ¡hazlo ya! ―ordenó despiadado, Jupimarc.

―No puedo, no puedo, ¡no puedo! ―grito entre lágrimas de arrepentimiento Micra―. ¡Qué he hecho! Soy un monstruo, Cabre lo lamento.

El escritor trato de ayudar a su compañero, pero fue empujado por el encargado, este le propino una bofetada de ira.

―Sabía que eras débil, sabia que no estabas listo para esto, por eso decidí de encargarme de todo por mí mismo.

―Por favor, no mates a Cabre es buena persona, no se lo merece.

De repente, sintió el cuchillo cortar su cuello y su sangre salir en gran cantidad.

―Tienes razón Micra, no lo merezco, debo tener todo el éxito que deseo tener y así será, gracias a ti ―exclamo Cabre sosteniendo el cuchillo con el que le acababa de quitar la vida al inocente Micralax.

Este último murió, viendo como una persona a la que había protegido, le había traicionado.

―Bien hecho Cabre, sabía que tu serías capaz, ahora tendrás todo el reconocimiento que deseas.

―Si maestro.

Ambos rieron maquiavélicamente.

 

Un mes después, Cabre por fin había vuelto a escribir, estaba más inspirado que nunca y ya sabía cuál sería su primera historia en mucho tiempo, pero antes debía encargarse de un cabo suelto.

―Cabre, ¿cómo haremos para que la gente no sospeche de la desaparición de Micra? ―preguntó el encargado.

―Es muy fácil, me hare pasar por el, escribiré una entrada en su blog despidiéndose por motivos personales, nadie sospechara nada.

―Y, ¿tu blog? Leí el borrador y déjame decirte que toda una confesión, ¿cómo se te ocurre publicar todo lo que hicimos? ¡Nos van a descubrir!

―Tranquilo maestro, los lectores pensaran que solo es una historia más, no sospecharan nada, puedo hacer lo que sea, matar a quien sea y escribirlo y nadie nunca me descubrirá.

El escritor sonrió con una mirada perdida en el vació.

 

Fin.