¡Hola, buenos días, buenas tardes y/o buenas noches!
En el día de hoy, volvemos con el siguiente capítulo de esta maravillosa y nueva entrega. Hoy en día damos por hechas muchas cosas, pero a veces no sabemos el verdadero porque de estas. Pero tranquilos, estoy aquí para ayudaros. En esta entrega vamos a dar respuesta a las preguntas más interesantes y vamos a aprender muchas cosas. ¿Estáis preparados? ¡Vamos allá!
¿POR QUÉ…?
¿Por qué la ropa de hombre y de mujer se abotona en sentido contrario?
En efecto, se trata de camisas, batas o chaquetas, los botones de la ropa masculina van cosidos al lado derecho, y los de la ropa femenina, al izquierdo. El origen y sentido de este remoto »sexismo indumentario» han despertado la curiosidad de muchos y se han aventurado diversas hipótesis. De entre ellas, las que más verosímiles parecen, y más apoyo reúnen, son dos explicaciones complementarias, vinculadas respectivamente con la ropa del hombre y de la mujer: la espada y la lactancia. Según la primera, cuando el uso del botón empezó a generalizarse, a lo largo del siglo XIII, la vestimenta del hombre incluía la espada como accesorio fundamental. Esta no era solo un signo estético y de distinción, sino que de su fácil acceso dependía la vida de quien la portaba. Pues bien, la espada se colocaba siempre, salvo que su dueño fuera zurdo, al lado izquierdo. De ahí que, para desembarazarse la ropa que podía cubrirla, fuera preciso coser los botones en el lado derecho, de modo que pudieran ser desabrochados con la mano izquierda al tiempo que la derecha tomaba el arma sin estorbo, dando rápida respuesta a un posible ataque inesperado. La segunda explicación alude a otro rasgo distintivo del sexo, en este caso el femenino, pues ¿existe algo más vinculado a la mujer que la lactancia? Según esta hipótesis, dado que el bebé se solía llevar en el brazo izquierdo, los botones de las prendas femeninas empezaron a coserse en el lado izquierdo para facilitar el desabrocharse con la mano derecha.
¿Por qué el aceite se calienta más que el agua?
Los guerreros medievales lo podían comprobar en sus propias carnes: si cuando asaltaban un castillo lo que les arrojaban los defensores desde las almenas eran cubos de aceite hirviendo, su integridad física corría mucho más peligro que si el líquido arrojado fuese agua… La razón de esta diferencia es el diferente punto de ebullición de cada sustancia, es decir, la temperatura a la que una sustancia cambia de líquido a gas. Esto es así porque, una vez alcanzado ese punto, la energía térmica ya no se emplea para seguir calentado el líquido en cuestión, sino para convertirlo en gas. Pues bien, mientras que el agua hierve a 100 ºC y, a partir de ahí en lugar de calentarse, se convierte en vapor, el aceite continúa calentándose hasta superar los 200 ºC. Por cierto, la situación para el asaltante medieval siempre podía ser peor: el hierro, por ejemplo, alcanza su punto de ebullición a los 2.750 ºC.
Y tú… ¿Lo sabías?
Gracias por vuestra comprensión y amabilidad.
¡Hasta la próxima semana!
Micralax-
Inicia sesión para enviar un comentario.