
¡Hola, buenos días, buenas tardes y/o buenas noches!
En el día de hoy, volvemos con el siguiente capítulo de esta maravillosa y nueva entrega. Hoy en día damos por hechas muchas cosas, pero a veces no sabemos el verdadero porque de estas. Pero tranquilos, estoy aquí para ayudaros. En esta entrega vamos a dar respuesta a las preguntas más interesantes y vamos a aprender muchas cosas. ¿Estáis preparados? ¡Vamos allá!
¿POR QUÉ…?
¿Por qué huele tan mal el aliento a ajo?
Hay veces en que a algo o a alguien, animal, vegetal o mineral, se le cuelga un sambenito injusto… No es este el caso del ajo, cuya mala fama como producto hediondo está plenamente justificada. De hecho, el ajo puede alcanzar la excelencia de la fetidez, pues si se ingiere crudo provoca una »tormenta perfecta» de hedores sulfurosos. El principal culpable del mal olor que desprende el ajo es un potente fungicida y bactericida -de ahí, por otro lado, sus virtudes salutíferas- llamado »alicina», producto de la unión del aminoácido aliína y la enzima alinasa, dos compuestos que se encuentran separados dentro del diente del ajo y que solo interaccionan formando la alicina cuando se fractura el bulbo. Este compuesto es inestable y da lugar a numerosas sustancias que contiene azufre. Tras ser inferidos, la alicina y sus derivados entran en la sangre a través del sistema digestivo y viajan hasta los pulmones, desde donde son liberados junto con el aire que respiramos. Por si fuera poco, estos productos degradan los ácidos grasos y el colesterol que se hallan en la sangre, y generan diferentes sulfuros y acetona, componentes volátiles que también son exhalados a través de la respiración. La ingestión de alicina provoca asimismo en nuestro cuerpo la producción de metil mercaptano, un gas incoloro de olor parecido al repollo podrido liberado por la materia en descomposición y por la materia fecal de animales… Todo lo cual confirma que, si comemos ajo crudo -al ser cocinado, el ajo evapora gran cantidad de alicina-, resultará forzoso evitar las distancias cortas.

¿Por qué las tapas de alcantarilla son redondas?
Las tapas de alcantarilla son redondas porque redonda ha de ser toda tapa que se precie, sea o no sea del alcantarillado público. El secreto está en la geometría, es decir, en la rama de la matemática que se ocupa de las propiedades de las figuras geométricas en el plano o el espacio: si las tapas fueran cuadradas, al ser la diagonal del agujero más larga que los lados de la tapa, ¡esta podría caer dentro del agujero! Una tapa redonda, por el contrario, nunca podrá introducirse en el agujero que tapa, a no ser que los lados cedan. Además, es mucho más fácil transportar una pesada tapa de alcantarilla rodando que tener que cargar con ella… Si alguna vez se utilizan tapas cuadradas, el agujero que estas cubrirán nunca será demasiado profundo, para que sean fáciles de recoger si se caen por accidente.
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Y tú… ¿Lo sabías?
Gracias por vuestra comprensión y amabilidad.
¡Hasta la próxima semana!
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