¡Hola, buenos días, buenas tardes y/o buenas noches! 

En el día de hoy, volvemos con el siguiente capítulo de esta maravillosa y nueva entrega. Hoy en día damos por hechas muchas cosas, pero a veces no sabemos el verdadero porque de estas. Pero tranquilos, estoy aquí para ayudaros. En esta entrega vamos a dar respuesta a las preguntas más interesantes y vamos a aprender muchas cosas. ¿Estáis preparados? ¡Vamos allá!

 

¿POR QUÉ…?

¿Por qué el vino se transforma en vinagre? 

Alguna vez, al tener que realizar un control de alcoholemia en la carretera, nos habremos preguntado si el vinagre con que hemos aderezado la ensalada ayudará a aumentar el nivel de alcohol en sangre, pero no tenemos que preocuparnos por nada… porque el alcohol desaparece completamente. De hecho, lo que convierte el vinagre en vino es precisamente el alcohol. El proceso es bastante simple: al contacto con el oxígeno, el etanol (el alcohol del vino) se transforma en ácido acético, la base del vinagre; a esto ayuda una bacteria llamada Acetobacter aceti, que normalmente propaga la mosca de la fruta, que crea en el vino fermentando una sustancia gelatinosa a la que se llama ”madre del vinagre”… que se mezcla con más vino para acelerar la creación del ácido acético.

¿Por qué son necesarias las ventosidades? 

Hay un momento y un lugar para cada cosa, y una cosa está clara: el mejor momento para soltar una ventosidad no es cuando estamos encerrados en un ascensor con gente desconocida… ¡Y con conocida menos! Pero la verdad es que es necesario sacar las ventosidades del cuerpo, ya que a medida que pasa el día absorbemos una gran cantidad de aire cuando comemos o cuando hablamos. El organismo se encarga de absorber una parte de este aire, mientras que otra parte vuelve a la boca, donde se expulsa en forma de eructo. ¿La parte que queda? Pues la parte que queda atraviesa el estómago hasta llegar al intestino, donde se suma a los gases pestilentes que surgen tras la acción de las bacterias sobre los alimentos, y se acumula en el recto… hasta que encontremos el momento conveniente de expulsarlo. Se dice que cada persona genera entre un litro y un litro y medio de ventosidades cada veinticuatro horas, que expulsa en ocho pedos distintos a lo largo del día.

Y tú… ¿Lo sabías?

Gracias por vuestra comprensión y amabilidad.

¡Hasta la próxima semana!

Micralax-