Bienvenidos una vez más a ¿Qué hay de nuevo viejo? En esta ocasión rescataremos del recuerdo uno de los juguetes más famosos y que más de uno recordara.

El Furby es el protagonista de nuestro blog de hoy y es que aunque llego a finales de la década de los 90, lo hizo con una misión muy concreta y que en cierta manera lo consiguió.

En una época donde teníamos liderando el mercado al tamagotchi conseguir un juguete que pudiera hacerle frente no era tarea sencilla y de esta forma nació el Furby, un pequeño robot de consumo, mitad asistente electrónico y mitad peluche, que se desveló como el juguete más vendido de las Navidades de finales de los años noventa, cuando todo el mundo temía que los ordenadores y los robots se volvieran locos con el llamado Efecto 2000.

Tiger Electronics atravesaba un buen momento financiero, la empresa fabricaba pequeños videojuegos simples, y se encargaban de manufacturarle a Hasbro la gran mayoría de sus componentes electrónicos, e incluso llegó a cerrar importantes tratos con SEGA. Pero para la mayoría del consumidor era algo invisible y sin apenas relevancia más allá del mercado estadounidense.

Dave Hampton y Caleb Chung revolucionarían la historia. Su premisa era simple: diseñar un juguete que aprovechase los avances existentes en la electrónica, que intercambiara impresiones con el usuario y que además, fuese adorable.

El Furby ya era un concepto físico pero necesitaban un empujón. Nadie fabrica un muñeco de éxito así como así.

Richard C. Levy quizás no sea un nombre muy conocido, pero podría considerarse el Steve Jobs del mundo de los juguetes. A lo largo de su carrera como inventor y diseñador de juguetes, Levy ha ideado más de 200 juegos y muñecos diferentes.

El Furby era un juguete con muchísimo potencial y había que buscar una empresa capaz de fabricarlo. Levy decidió llevar el prototipo a Tiger Electronics y según se dice, fue amor a primera vista: Roger Shiffman, uno de los fundadores de Tiger y uno de los ejecutivos más importantes del mundo del juguete y la electrónica, cayó rendido y compró los derechos.

Fue presentado en la Toy Fair de Nueva York de 1998.

La fabricación del Furby no estuvo exenta de problemas, su esqueleto es una auténtica obra de ingeniería de la mecánica y la electrónica, pero Tiger Electronics respondió a la necesidad del momento y se convirtió durante más de tres años en el juguete más vendido del planeta.

El juguete se transformó en un artículo de consumo completamente amado y venerado, alcanzando en apenas semanas el estatus de icono de la cultura popular. Lanzado durante la campaña de Navidad en 1998, el Furby llegó a vender más de 1,8 millones de unidades, siendo uno de los juguetes más vendidos de la historia en su lanzamiento.

En 1998 se vendieron casi dos millones de unidades de Furby justo antes de Navidad, rompiéndose el stock a las pocas semanas tras su lanzamiento. La revista Wired le dedicó un reportaje especial destacándolo como el juguete más complejo jamás creado y la gente comenzó a revenderlo y especular con el precio de la criatura a través de anuncios clasificados, pujas y similares.

El 13 de enero de 1999, la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU (NSA) distribuyó un memorándum interno que sorprendió a propios y extraños: quedaba terminante prohibido llevar un Furby al trabajo, debido a que se consideraba al juguete como un potencial y peligroso elemento de espionaje.

La NSA creyó que los Furby, que demostraban BFEB22NF3RN cierta inteligencia en su relación con su interlocutor, llevaban un micrófono integrado que recogía información y sonido ambiente, algo que en la primera generación del muñeco no era así.

Tiger y el propio inventor tuvieron que emitir un comunicado desmintiendo tal información y afirmando que los Furby no tenían capacidad de grabar conversaciones y que simplemente repetían vocablos grabados en función de la repetición de palabras de su interlocutor, que sí eran captadas por el micrófono integrado.

La NSA levantó la prohibición con el paso del tiempo tras elaborar sus propias investigaciones, pero el presidente de la juguetera, Roger Shiffman, tuvo que demostrar varias veces el funcionamiento del dispositivo.

El muñeco demostró ser una herramienta útil y recomendada para niños autistas o con dificultades de adaptación, siendo empleado como juguete de referencia en terapias y en colegios.

Entre 1998 y 2000, según la propia Tiger, se vendieron más de 40 millones de Furbies en todo el mundo.

¿Qué te ha parecido la edición de hoy? ¿Has tenido un Furby alguna vez? ¿Has oído hablar del muñeco?

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