¡Hola, buenos días, buenas tardes o buenas noches! 

Durante esta semana, he redactado otro relato para todos vosotr@s. ¡Espero que os guste tanto como a mí! Si os gusta esta sección, podéis dejar un comentario para hacérmelo saber. ¡Muchas gracias por vuestra comprensión!

»Era una tarde gris, fría y lluviosa. Aún recuerdo el día que te conocí. Eras una adolescente hermosa, valiente, tenías mucho coraje, empatía. Siempre querías lo bueno para las personas, para mí, para mi familia. Cada día te despertabas con una sonrisa de oreja a oreja y esto, era lo que más me gustaba de ti. Me enamoraban tus pecas, tu nariz pequeña, tus ganas de comerte el mundo y tus ganas de estar conmigo. Te quería en locura.

Cada día era especial a tu lado. Nos hacíamos reír hasta quedarnos sin respiración, veíamos series del Netflix hasta caer rendidos por el sueño. Me hacías masajes cuando llegaba a casa cansado de trabajar. Cocinabas siempre los platos que más me gustaban para poder chuparme los dedos. Me animabas, me cantabas, me esperabas con los brazos abiertos y yo, como buenamente podía, te devolvía los favores que me hacías a mí.

¿Cómo puede un día cambiarlo todo? ¡Lo recuerdo perfectamente! Salía del trabajo, sobre las 20:30 de la tarde cuando, de repente, sonó mi teléfono. Era un número desconocido, así que lo agarré con un poco de nerviosismo. Me llamaban del hospital, preguntándome si era tu pareja, así que dije que sí. Me temí lo peor. Me contaron la triste noticia. Se me cayó el mundo a los pies, el cielo encima, todas las rocas encima y las montañas las tenía atravesadas de punta a punta del mi cuerpo.

Sí, me dijeron que tenías cáncer. Un cáncer terminal, que te quedaban pocas horas. No existía tratamiento así que, volé para llegar al hospital, para verte una última vez. Tus ojos llenos de lágrimas, tu cabeza despeinada, tus ganas de vivir no existían. Solamente quería pedirle a Dios que me dejara estar las últimas horas de vida a tu lado, tratando de tranquilizarte esta agonía. Así que lo hice, me pasé las 6 horas a tu lado, antes que la máquina pitara, señalando el fin de tu respiración.

No te preocupes Carla, te recordaré siempre con la sonrisa que tanto te caracterizaba, con tus ganas de vivir, con tus miedos y tu valentía. Para mi, eres un ejemplo a seguir. Siempre te estaré esperando allí donde vayas, con los brazos abiertos, para darte, una vez más, otro abrazo eterno.»

¿Os ha gustado? ¡Espero que sí! De verdad, creerme, todo lo hago desde el corazón, para todos vosotr@s.

Gracias por leer mis relaHTos, me hace muchísima ilusión.

¡Nos vemos pronto!

Micralax-